La gente tiende criticarnos a lo simple que ven que no tiene nadie o es ‘’raro’’ para ellos. Se ríen de ti, te ponen por los suelos y lo peor es que nos dejamos, sobretodo, si viene de aquella persona que nos importa, sí, hablo de si estás enamorado de uno de aquellos o te gusta, te duele más. Si eso pasa, llegas a creértelo, dejando a atrás tu verdadero yo. Qué pena, yo también caí presa de eso, no creáis que soy perfecta sino no escribiría esto.
Me ponían por los suelos, para ellos yo era la ‘’callada’’, la ‘’rara’’, la ‘’friki’’ y la ‘’fea’’. Me lo creí, viéndome siempre al espejo al notar que era verdad, cayendo en su trampa para sentirse superiores a mí y yo, pobre de mí, caía a cada uno de sus juegos sintiéndome una partícula de su sistema. Empecé a obsesionarme de mi imagen, a verme gorda y lo más horrible del lugar, teniendo las ganas de llorar de no poder ser hermosa como ellas. Que equivocada estaba, mi exterior no le importaba aquellos que veían mi corazón y me repetían que yo era hermosa, tal y como soy. No hacía caso, centrándome en lo que pensaban los demás de mí, llegué a cambiar mi forma de vestir por todos esos y mi forma de hablar, de todo, empecé a ser superficial que ellos. Sin embargo, la gente que conocía mi interior, aquellas personas especiales para mí, me hicieron quitarme esa venda y hacerme ver a través de los ojos, ver el alma de las personas. Pude comprobar la hermosura de cada alma y lo podrida de otras, comprendí entonces que gracias a eso, pude volver a ser yo misma.
Volvieron a reírse de mí, de mi forma de vestir y no ser como todas. Ahora soy yo la que me rio, de mi error de dejarme llevar por la moda, de mi error por dejarme influir de las críticas y me rio de vosotros, que sois tan escoria que queréis haceros sentir mejor hundiendo a las personas que conservamos nuestra hermosura en nuestras almas.