El ser humano.

"El ser humano se adapta a todo. Supera el dolor, cierra historias, empieza de nuevo, olvida, hasta que consigue sofocar las más grandes pasiones. Pero a veces basta con nada para comprender que esa puerta nunca se cerró con llave."

sábado, 23 de julio de 2011

Después de todo las cosas no me van bien y nunca me ira bien. No tengo la misma confianza que los demás y solo me gustaría desaparecer por un rato, al menos seria un alivio para unas personas y para otras quizás derramen lagrimas. Tendría que irme lejos, un lugar donde este sola y pudiera pensar las cosas a gusto, desaparecer por completo dándome todo igual pero no daré la espalda a esas personas que han estado ahí para cuando las necesitaba y ahora las necesito aunque tendré que aguantarme.
''Y sin embargo sigues luciendo todos los días esa hermosa sonrisa que a todos les gusta.''

jueves, 14 de julio de 2011


¨Tú fuiste la última con la que él habló...¨
Ahora rondaban mil preguntas por mi mente, ¿cómo estará? ¿Qué estaría haciendo? ¿Cómo le habían ido las cosas? ¿Estaría bien de verdad? ¿No podía conectarse por qué no tenía tiempo? ¿Desaparecería de nuestras vidas para siempre? Tragué saliva con dificultad, la garganta de repente se me quedo seca y en mi pecho inundaban el miedo mezclado con dolor y triste. No, el no lo haría, estaba segura y tendría fe en que no desaparecería. ¡Maldita sea! ¿Ahora de repente me acordaba tanto de él? No podía entenderlo, en tan pocos días que hablé con él y el último, en el que se preocupó por mi simplemente el echo de que estaba seca, cortante y fría. Como me gustaría en esos momentos hablar con el, decirle que no se preocupara que algunas veces me ponía así y ya esta, simplemente porque recordaba algo o me aburría. Quería abrazarlo, espachurrarlo y no dejarlo escapar de mis brazos. ¡Mierda! ¿Desde cuando era sentimental? Aunque resultaba mentira, aunque le conociera de poco tiempo y aunque solo mantuve 4 o 5 conversaciones con él me había llegado a lo más hondo del corazón. La vista se me nublo, borrosa y no dejándome ver aquellas fotos que compartimos. Las lágrimas descendían como cascadas sobre mis mejillas hasta caer en la mesa donde estaba el ordenador y con las dos manos restregué mis ojos, soltando un grito de angustia. Me sentía débil, desprotegida y desesperada, quería hablar con él aunque fuera unos minutos o segundos. Me valía con tal de que me dijera que estaba bien, que me tranquilizará y se despidiera de mi como siempre. Me entraban ganas de destruirlo todo a mi alrededor, de sacar la desesperación que crecía dentro de mi.
Maldita sea, ¿no te das cuenta de lo qué causas? ¿De qué te has convertido en un amigo más? No, para mala suerte no te has dado aún cuenta y yo te lo haré ver.
Solo se que quiero que vuelvas y volvamos a picarnos como esas dos veces.
Vuelve por favor...Te echo de menos, te echo en falta, echo de menos tus conversaciones, tus caras e incluso tu forma misteriosa a veces. ¡JODER! Vuelve, de una puta vez, vuelve aunque sea solo un día.
No se porque pero, tské, te necesito...
¿Qué pasa? Me voy a enrollar y decir todo, coño, no sé porque pero necesito sacarlo fuera de mi.
Va, el primer día que te conocí de alguna manera en rol eras borde y justo cuando me iba a ir, me soltaste: ¨No, espera. ¡No te vayas! D:¨ No lo entendía, ni tampoco en la parte de rol pero empezamos a hablar y varias de temas, rolear y esas cosas, me caíste bien. Gracioso, con ocurrencias únicas y me hace reír hasta que me quede sin aire. Los otros días eran iguales y el tercero nos dedicamos mas bien a rolear que a hablar pero empezaste a ser como un amigo para mi como los otros, no sé como ni porque pero lo eres, joder. Después el último día que recordé que estabamos roleando creo, en user estaba siendo bastante cortante, con frases como: ¨Si, ya lo sé¨ o ¨Ajá, lo entiendo¨. Ni yo misma se que me pasaba, simplemente un ataque bipolar o algo así pero me mostraste que te preocupaste a lo que me quede estupefacta. ¿Tan poco tiempo y tu también me cogiste cariño? Simplemente me quede anonada y cuando te despediste, te tuviste que ir rápido sin yo dejar esa comportamiento. Después te deje un MP pero el tuenti me borró y no pudiste leerlo, cuando volví no se porque pero como no te conectabas no había manera y cuando me fui de viaje, te conectaste una vez por tantos meses y comentaste una foto. No sé, me alegre y detrás de esta pantalla, hiciste que una sonrisa marcara mi rostro. Vamos...No se que magia tienes pero me hiciste sonreír solo con aparecer.
Vuelve, ¿vale? No soy la única, ella también te echa de menos.


El viento frío azotaba con todo mi cuerpo y mi pelo, bailaba una especie de danza con él. Me enteraron escalofríos, debido a que no llevaba una chaqueta siendo épocas de invierno y sin embargo, ahí estaba yo, sentada en ese banco de aquel parque. Pensaba en todas las cosas sucedida a través de mi vida; las penas, alegrías, risas, lágrimas, emociones, sorpresas, etc.
Me abracé a mi misma, intentando dar calor a mi cuerpo y suspiré, siempre salía para despejar mi mente pero todas esas imágenes volvían a mi cabeza con tanta fuerza que no podía evitar quedarme en ese mundo, encerrada.
Pero las imágenes que mas abundaban en mi mente era la de aquel ser que hizo que mi corazón diera un vuelco, que mis ojos tuvieran ese brillo especial y que en mis labios hubiera dibujada una sonrisa resplandeciente.
¿Qué me pasaba? Estaba enamorada, jodidamente enamorada de una persona que sabe que existo pero que no me vera más como su amiga. Estaba sumamente condenada a la locura y acabaría consumiendo a este paso.
¿Qué me habían echo? ¿Un trasplante o un tipo de experimento contigo? Las malditas mariposas o hormigas que me hacían cosquillas dentro del estomago no paraban cuando pensaba o oía su nombre aunque sea en un susurro, quedarme perdida en babia ya era constante en mi debido a los sueños que tenía si algún día pasaría lo que tanto imaginaba y mi vergüenza, mi timidez, mi torpeza y mi inseguridad habían vuelto otra vez en mi, yo solo gruñía al verme tan débil y vulnerable.
Sabía que esto era de locos y que nunca llegará a fijarse en una niña como yo pero al menos me queda mis pensamientos y mi imaginación, al menos ahí sería feliz.
¨Aunque tú no lo sepas si tienes posibilidades, te fe en ti pequeña...¨



Te sigo amando.

Juró y mil veces juró que lo había visto dentro de aquella fiesta lujosa como uno de los camareros. Ella nunca se confundía y menos si era sobre él, a quien amaba. Su prometido quien alardeaba y presumía de ella delante de sus amigos, para parecer que tenía mejor gusto la cogió de la mano en su momento de despisté y esta, se la apartó con rabia. Quitándose su chaqueta de color blanco dejo a la vista de todos un vestido de tirantes del mismo color que la chaqueta y se la tiró a su futuro esposo.
Ella empezó a correr detrás del camarero que se iba mientras unos gritos intentaban llamarla atrás suyo.
Cuando traspaso aquella puerta de grandes riquezas, la chica miró hacia los lados y tomo el camino que creía indicado, su instinto lo decía de alguna manera. En su camino preguntaba a todos, con una descripción al chico que quería encontrar y por suerte decían que si. Los ojos azulados con algo de verde, mostraron alegría y brillo especial en ellos, agradeciendo a todo aquel que la ayudaba.
Los piropos se oían por donde pasaba la rubia y esta, no hacía caso, las chicas latinas celosas por una dama así, negaban hablarle y decirles el camino que debía tomar. Hasta que una se compadeció y la guió, acabando en una puerta de un almacén. Cogió aire y la abrió, encontrándose en una fiesta callejera llena de chiscas iguales a las de ante.
Hasta que lo diviso a él y en sus piernas, una chica disfrazada de manera provocativa. Se cruzó de brazos y él notó su presencia, haciendo que la chica de sus piernas se retiraba hacia otro lugar, ya que se sentía desplazada y sin antes, chocarse hombro con hombro con la rubia mirándola con rencor.
Él se levantó dirigiéndose a unas escaleras y fue hacia la azotea, la otra empezó a seguirlo a paso ligero, pensando quizás que estaba enamorado de la otra chica. Cuando llegó arriba del todo, observó a una chica vestida con una camisa sin mangas con una cremallera en medio, totalmente negra y una falda de volantes rosada, a juego con los tacones. Se le ocurrió una idea y cogiendo a la chica de la mano, cambió su ropa con la de ella. Hasta se quito la trenza que tenía dejando que las ondas de su cabello estuvieran libres.
Le agradeció y al fin vio donde estaba él, sentando en un sofá en frente de una especie de cine. Ella tomo aire y se dirigió hacia el, como si adivinara que iba hacer eso, el chico se levantó esperando a que la muchacha se arrojará a sus brazos y así hizo. Levantó su barbilla depositando un corto besos en sus labios y juntando sus frentes, le susurró:
-Sigo amándote...

lunes, 11 de julio de 2011

Historia; Prologo.

Prologo.
Cuantas veces había venido con ella, por esta, porque quería pedir un deseo cuando oyó la leyenda de los alrededores sobre el mar. Le recorría varios escalofríos al igual que sentía su garganta arder como los ojos cristalinos amenazando por salir las lágrimas. Siguió adelante hasta llegar al principio del agua del mar, notando la pequeña espuma que formaba al terminar sobre la arena. Se adentró un poco más hasta cubrirle por las rodillas, cuando de repente, soltó la pequeña botella viéndola irse poco a poco.
Y ahí estaba ella dirigiéndose hacia el mar con pasos lentos, con una capa por encima quien pertenecía anteriormente a su hermana gemela, tragó saliva por no recordar esas aterradoras imágenes.  

Corrí por todo el bosque, no conseguía llegar a mi destino y los talones de mis pies estaban destrozados, yo solo pensaba en todos mis pecados cometidos a través de esos días. ¿Cómo pude dejarla ocupar mi lugar? Cerré los ojos ante la impotencia, gruñendo de repente para ver el pueblo a lo lejos. La respiración se me hacía pesada, no iba a detenerme y menos estando tan cerca, tomé aire para echar a correr como nunca. Destiny...Mi pequeña, ¿por qué? Negué, adentrándome en las calles del pueblo donde no había ni rastro de la gente ni un animal como era siempre. El corazón se me encogió al llegar a una plaza, abriéndome paso entre la gente, sin importarme caer todas las veces raspando mis manos y rodillas ante las caídas o tropezones. Al final llegué a las primeras filas donde la gente apretaba contra mi, sin dejar observar por última vez su rostro. La mujer quien hablaba, señalando al gran reloj de mi reino o antiguo, mejor dicho. Las lágrimas resbalan por mis mejillas mientras alzaba mis manos gritando por mis adentros el nombre de ella. Me vio, lo sé porque cruzamos la mirada durante esos últimos minutos, dándome por una vez una sonrisa de alegría. ¿Por qué? Debería estar yo y no tu. El reloj sonó y tu solo dijiste mi frase de siempre:
-Ah, es hora de la merienda.
El cuchillo salió disparado hacia abajo, dejándome de piedra ante la escena que presencié y sin vida. El vacío en mi interior era fuerte, al igual que lloré como nunca, sosteniendo el lazo de detrás. El único recuerdo tuyo que me diste para parecerme a ti y huir. Me puse de rodillas, quedándome el día entero en ese sitio para ver por último ese lugar lleno de sangre tuya. Pura y sin pecados. Miré al suelo, me convertí en un monstruo solo por mis celos y tu lo pagaste. El príncipe, quien era de los últimos, me dedico una mirada silenciada para después notar su mano en mi hombro.
-No llores más aunque no regrese pero habrá paz...-Susurró.-
-No lo entiendes...¡Déjame y no me toques más!
Después de eso, me fui de ahí para dirigirme hacia una iglesia.

El puerto estaba al lado, donde los barcos se quitaban las banderas de la antigua princesa mientras festejaban que se terminó el reino de la inhumanidad. Solo observaba preguntándose a sí misma si tan mala fue como para oír esas cosas. Bajó la cabeza para seguir con sus pasos, cubriendo con su capucha su rostro y cabello, podría ser reconocido siendo en vano el sacrificio de la única persona que la trato como una persona. Suspiró en cuanto sus pies tocaron la pequeña arena, las manos donde sostenía una pequeña bota de cristal pudiéndose apreciar un papel dentro de esta.

Una mañana, como otra cualquiera, salí a dar un paseo con mi sirvienta más leal y quien me trataba como una amiga, con su dulce sonrisa acompañada con su risueña voz. No era muy usual verme fuera de mi castillo sin guardias pero ese día fue un pedido de ella. La acompañé sin más al puerto, oyendo varios susurros de molestia por mi parte. Me digné a pasar de ellos, restando importancia a ese tema y siguiéndola, nos adentramos en la pequeña playa por la cual estaba desierta. Observé un rato largo para voltearme hacia ella, quien sostenía un pequeño frasco con algo dentro y fijándome bien, había un trozo de papel viejo. Sorprendida ante esto, tosí un poco y me senté en la arena, lejos de salpicarme del agua salada. Destiny, era así su nombre, se adentró sin importarle sus ropas mojadas para dejar la botella en el agua y verla marchar. Suspiré, haciendo un bufido de molestia.
-¿Para eso me traes? -Alcé una ceja, no estaba molesta pero me mostraba ante todos así.- Es una perdida de tiempo.
-Princesa, debería saber la leyenda del mar. Dicen que se envías una botella de cristal con un papel dentro, donde contiene tu deseo y lo dejas ir, se cumplirá.-Me mostró otra de sus sonrisas, remangándose un poco su falda para salpicar por sus brazos.- ¿Por qué no vienes?
-¿Y  parecer una plebeya? No gracias.-Entrecerré los ojos, sonriendo.- No sé porque crees estás cosas, Des, son simples cuentos que inventa la gente para hacer ilusiones y emociones falsas. ¿Y qué has pedido tú? 
-Pedí estar siempre a su lado viéndola feliz.-Directamente miró hacia mis ojos, para voltear la vista hacia al mar donde ya se perdió el objeto de cristal. Salió del agua para dirigirse hacia mi, dándome su mano en una ayuda o orden, la acepté sin dudas.- ¿Nos vamos, princesa?
-Si pero...-Agarré su mano con fuerza, viendo el pequeño atardecer. El sol fundiéndose con el mar dejando un color anaranjado mezclado levemente con el azul, haciéndome sonreír.- Si te quedas a mi lado, seré plenamente feliz.-Oí una pequeña risa de su parte y entonces, nos fuimos de allí.

-Cumple mi deseo, por favor...-Susurró para derrumbarse en el agua, dejando al fin salir sus lágrimas recordando lo pasado anteriormente.- ¿Por qué? ¡¿Por qué?! Tendría que estar en tu lugar...-Lloraba más fuerte dando pequeños puñetazos a la arena, empapándose entera ante las salpicadas que creaba y miró arriba, borroso.- Por favor...Si pudiera yo...si volviera a nacer...-<<Pediría que fuéramos gemelas>> escuchó en su mente, mirando a su alrededor.- Si...sería genial...-respondió, mirando a un punto fijo a su lado.-
<<Destiny...Nos volveremos a ver>> pensó con melancolía para mirar de repente hacia atrás, una mujer de cabellos blancos la observaba con un cuchillo en una de sus manos. Abrió los ojos, estando a punto de ver su muerte sino fuera que ella tiró este al agua, negando.
-Vamos...Selene, guardaré su secreto.-Le cedió la mano.- Es hora de volver a la iglesia.
-¿Por qué...? -Aceptó su ayuda, levantándose con un solo movimiento viendo con sus ojos avellana a la mujer, esta negó, dibujando una pequeña sonrisa.- Ha podido...
-No lo haré porque mi señora mi enseñó a apreciar a toda la gente, como era y con sus pecados, vamos.
Selene asintió, siguiendo a la mujer dándole un leve vistazo hacia atrás viendo un reflejo de una chica con cabellos castaños danzando con el viento y despidiéndose de ella con una sonrisa. Miró hacia abajo, se sentía tan culpable pero su deseo se podría hacer realidad.