El ser humano.

"El ser humano se adapta a todo. Supera el dolor, cierra historias, empieza de nuevo, olvida, hasta que consigue sofocar las más grandes pasiones. Pero a veces basta con nada para comprender que esa puerta nunca se cerró con llave."

lunes, 11 de julio de 2011

Historia; Prologo.

Prologo.
Cuantas veces había venido con ella, por esta, porque quería pedir un deseo cuando oyó la leyenda de los alrededores sobre el mar. Le recorría varios escalofríos al igual que sentía su garganta arder como los ojos cristalinos amenazando por salir las lágrimas. Siguió adelante hasta llegar al principio del agua del mar, notando la pequeña espuma que formaba al terminar sobre la arena. Se adentró un poco más hasta cubrirle por las rodillas, cuando de repente, soltó la pequeña botella viéndola irse poco a poco.
Y ahí estaba ella dirigiéndose hacia el mar con pasos lentos, con una capa por encima quien pertenecía anteriormente a su hermana gemela, tragó saliva por no recordar esas aterradoras imágenes.  

Corrí por todo el bosque, no conseguía llegar a mi destino y los talones de mis pies estaban destrozados, yo solo pensaba en todos mis pecados cometidos a través de esos días. ¿Cómo pude dejarla ocupar mi lugar? Cerré los ojos ante la impotencia, gruñendo de repente para ver el pueblo a lo lejos. La respiración se me hacía pesada, no iba a detenerme y menos estando tan cerca, tomé aire para echar a correr como nunca. Destiny...Mi pequeña, ¿por qué? Negué, adentrándome en las calles del pueblo donde no había ni rastro de la gente ni un animal como era siempre. El corazón se me encogió al llegar a una plaza, abriéndome paso entre la gente, sin importarme caer todas las veces raspando mis manos y rodillas ante las caídas o tropezones. Al final llegué a las primeras filas donde la gente apretaba contra mi, sin dejar observar por última vez su rostro. La mujer quien hablaba, señalando al gran reloj de mi reino o antiguo, mejor dicho. Las lágrimas resbalan por mis mejillas mientras alzaba mis manos gritando por mis adentros el nombre de ella. Me vio, lo sé porque cruzamos la mirada durante esos últimos minutos, dándome por una vez una sonrisa de alegría. ¿Por qué? Debería estar yo y no tu. El reloj sonó y tu solo dijiste mi frase de siempre:
-Ah, es hora de la merienda.
El cuchillo salió disparado hacia abajo, dejándome de piedra ante la escena que presencié y sin vida. El vacío en mi interior era fuerte, al igual que lloré como nunca, sosteniendo el lazo de detrás. El único recuerdo tuyo que me diste para parecerme a ti y huir. Me puse de rodillas, quedándome el día entero en ese sitio para ver por último ese lugar lleno de sangre tuya. Pura y sin pecados. Miré al suelo, me convertí en un monstruo solo por mis celos y tu lo pagaste. El príncipe, quien era de los últimos, me dedico una mirada silenciada para después notar su mano en mi hombro.
-No llores más aunque no regrese pero habrá paz...-Susurró.-
-No lo entiendes...¡Déjame y no me toques más!
Después de eso, me fui de ahí para dirigirme hacia una iglesia.

El puerto estaba al lado, donde los barcos se quitaban las banderas de la antigua princesa mientras festejaban que se terminó el reino de la inhumanidad. Solo observaba preguntándose a sí misma si tan mala fue como para oír esas cosas. Bajó la cabeza para seguir con sus pasos, cubriendo con su capucha su rostro y cabello, podría ser reconocido siendo en vano el sacrificio de la única persona que la trato como una persona. Suspiró en cuanto sus pies tocaron la pequeña arena, las manos donde sostenía una pequeña bota de cristal pudiéndose apreciar un papel dentro de esta.

Una mañana, como otra cualquiera, salí a dar un paseo con mi sirvienta más leal y quien me trataba como una amiga, con su dulce sonrisa acompañada con su risueña voz. No era muy usual verme fuera de mi castillo sin guardias pero ese día fue un pedido de ella. La acompañé sin más al puerto, oyendo varios susurros de molestia por mi parte. Me digné a pasar de ellos, restando importancia a ese tema y siguiéndola, nos adentramos en la pequeña playa por la cual estaba desierta. Observé un rato largo para voltearme hacia ella, quien sostenía un pequeño frasco con algo dentro y fijándome bien, había un trozo de papel viejo. Sorprendida ante esto, tosí un poco y me senté en la arena, lejos de salpicarme del agua salada. Destiny, era así su nombre, se adentró sin importarle sus ropas mojadas para dejar la botella en el agua y verla marchar. Suspiré, haciendo un bufido de molestia.
-¿Para eso me traes? -Alcé una ceja, no estaba molesta pero me mostraba ante todos así.- Es una perdida de tiempo.
-Princesa, debería saber la leyenda del mar. Dicen que se envías una botella de cristal con un papel dentro, donde contiene tu deseo y lo dejas ir, se cumplirá.-Me mostró otra de sus sonrisas, remangándose un poco su falda para salpicar por sus brazos.- ¿Por qué no vienes?
-¿Y  parecer una plebeya? No gracias.-Entrecerré los ojos, sonriendo.- No sé porque crees estás cosas, Des, son simples cuentos que inventa la gente para hacer ilusiones y emociones falsas. ¿Y qué has pedido tú? 
-Pedí estar siempre a su lado viéndola feliz.-Directamente miró hacia mis ojos, para voltear la vista hacia al mar donde ya se perdió el objeto de cristal. Salió del agua para dirigirse hacia mi, dándome su mano en una ayuda o orden, la acepté sin dudas.- ¿Nos vamos, princesa?
-Si pero...-Agarré su mano con fuerza, viendo el pequeño atardecer. El sol fundiéndose con el mar dejando un color anaranjado mezclado levemente con el azul, haciéndome sonreír.- Si te quedas a mi lado, seré plenamente feliz.-Oí una pequeña risa de su parte y entonces, nos fuimos de allí.

-Cumple mi deseo, por favor...-Susurró para derrumbarse en el agua, dejando al fin salir sus lágrimas recordando lo pasado anteriormente.- ¿Por qué? ¡¿Por qué?! Tendría que estar en tu lugar...-Lloraba más fuerte dando pequeños puñetazos a la arena, empapándose entera ante las salpicadas que creaba y miró arriba, borroso.- Por favor...Si pudiera yo...si volviera a nacer...-<<Pediría que fuéramos gemelas>> escuchó en su mente, mirando a su alrededor.- Si...sería genial...-respondió, mirando a un punto fijo a su lado.-
<<Destiny...Nos volveremos a ver>> pensó con melancolía para mirar de repente hacia atrás, una mujer de cabellos blancos la observaba con un cuchillo en una de sus manos. Abrió los ojos, estando a punto de ver su muerte sino fuera que ella tiró este al agua, negando.
-Vamos...Selene, guardaré su secreto.-Le cedió la mano.- Es hora de volver a la iglesia.
-¿Por qué...? -Aceptó su ayuda, levantándose con un solo movimiento viendo con sus ojos avellana a la mujer, esta negó, dibujando una pequeña sonrisa.- Ha podido...
-No lo haré porque mi señora mi enseñó a apreciar a toda la gente, como era y con sus pecados, vamos.
Selene asintió, siguiendo a la mujer dándole un leve vistazo hacia atrás viendo un reflejo de una chica con cabellos castaños danzando con el viento y despidiéndose de ella con una sonrisa. Miró hacia abajo, se sentía tan culpable pero su deseo se podría hacer realidad.

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